domingo, 1 de abril de 2012

Discurso del Dr. Patrick Treacy en Gardner St. School. 22 de junio de 2011

Patrick Treacy pronunció el siguiente discurso en un acto privado para rendir homenaje al legado humanitario de Michael Jackson y en asociación con “Michael Jackson tribute portrait”:

“Hace cincuenta y tres años, nació un joven negro en una pequeña localidad de Indiana. Eran tiempos diferentes, tiempos en los que el Movimiento por los Derechos Civiles de los Afro-Americanos intentaba conseguir libertad frente a la opresión de la América blanca.

Eran tiempos también en que la generación de la posguerra estaba creciendo, eran los hijos de los soldados que habían sido hechos prisioneros en los campos de Auswitz y Buchenwald, tiempos en que toda Europa estaba llena de profunda gratitud hacia el pueblo americano.

Como Elie Wiesel, superviviente del Holocausto Judío, dijo en una conferencia en una importante reunión en la Casa Blanca en 1999, ‘La gratitud es lo que define la humanidad de una persona’.

Y gratitud es lo que deberíamos sentir hoy por este joven negro americano. Su nombre era Michael Jackson, alguien por quien me siento privilegiado de llamar mi amigo, alguien que a menudo se quedó solo defendiendo a los niños del mundo del desamparo, por ser víctimas de enfermedades e injusticias. Michael estaba muy preocupado por el sufrimiento que vio en el mundo e incluso más por la indiferencia hacia ese sufrimiento. Sus primeras palabras cuando nos conocimos fueron:

“Muchas gracias por ayudar a la gente de África”.

Sin ínfulas ni pretensiones, su única preocupación eran las vidas de otras personas que vivían en diferentes continentes al nuestro.

He estado en África y he visto la devastación que ha provocado el SIDA, y cuando lo hablábamos, había lágrimas en sus ojos y decía que teníamos que hacer algo por el pueblo de África. 

Planeó un gran concierto en Ruanda e iríamos juntos en su avión para ver a su gran amigo, Nelson Mandela. Tristemente, esos eventos no tuvieron lugar y el mundo perdió a uno de sus grandes humanitarios.

En su discurso, Elie Wiesel dijo algunas palabras sobre la indiferencia. Dijo, ‘Ser indiferente al sufrimiento de la humanidad es lo que hace a la persona inhumana’.

Para la persona que es indiferente, su vecino no es importante. Sus vidas no tienen sentido pues la indiferencia los reduce a una abstracción. La indiferencia siempre beneficia al agresor – nunca a la víctima, cuyo dolor se ve magnificado cuando se sienten olvidados.

Michael Jackson sentía ese dolor, no solo por los niños hambrientos, sino también por sí mismo cuando el pueblo de América permanecía indiferente a la injusticia que perpetró contra él convirtiéndole en prisionero virtual en su propia tierra, provocando que tuviera que marcharse a Oriente Medio y finalmente encontrara soledad en Irlanda, mi hogar.

Qué ironía que alguien a quien le importaba tanto el resto de la humanidad fuera rechazado él mismo. Era un dolor que él sentía muy profundamente y que en ocasiones comentaba conmigo, pero casi nunca quería hablar sobre ello y yo nunca quise abrir esos recuerdos dolorosos… siendo como él, desterrándolos.

Michael Jackson nunca fue indiferente. Él llevó luz donde había oscuridad, esperanza donde había desesperación; nunca aceptó la crueldad cuando pudo ofrecer compasión. Acabamos de empezar un nuevo siglo, un nuevo milenio. Los primeros diez años han sido unos de los más brutales que el planeta ha conocido. El siglo comenzó con los ataques terroristas en el World Trade Center y el Pentágono. Estas acciones arrastraron a esta gran nación hacia conflictos en Iraq y Afganistán. Han sido guerras en unos veinte países, que han cubierto de una oscura sombra a la humanidad. Mucha violencia, mucho dolor.

Si hay una cosa que hacer hoy, para preservar el recuerdo de Michael Jackson, es no ser indiferentes al sufrimiento que vemos a nuestro alrededor en el Mundo.

Hay veces en que siento que Dios ha abandonado a este mundo, el terrible terremoto en Haití donde los cuerpos estaban cortados por los edificios como sierras, las calles del norte de Irlanda, donde te cortan la garganta si pronuncias una palabra con el acento equivocado.

He vivido en Bagdad, he sido prisionero de Saddam Hussein, llevo las heridas de guerra del Norte de Irlanda y os digo que hay un Dios que mira todo este mal y que nos trajo a Michael Jackson para ayudar a resolverlo.

Hace unos setenta años, un barco cargado con mil judíos fue rechazado en el Puerto de San Luis y devuelto a la Alemania Nazi. El barco, que estaba ya en las costas de Estados Unidos, fue enviado de vuelta y la gente quedó en manos del destino y del dictador.

Esto sucedió en América, un país con la mayor democracia, la nación más generosa de nuestra historia contemporánea. Está sucediendo de nuevo hoy, con el bombardeo y terrorismo a niños inocentes en costas extranjeras. No dejemos que suceda, levantémonos por las cosas por las que Michael lo hacía, erradicar la injusticia, combatir las enfermedades e intentar salvar el planeta en que vivimos.

¿Cuál será el legado de Michael Jackson? ¿Cómo será recordado por las generaciones que aún no han nacido?

Agradezcamos a Dios que nos envió este ángel a vivir entre nosotros por un tiempo y no seamos indiferentes a los males que vemos a nuestro alrededor. Si Michael alguna vez quiso que hiciéramos una cosa que podría hacerle feliz mientras nos mira desde arriba, sería no dar la espalda a las víctimas de la opresión y de la agresión, y si hay duda por saber cómo actuar… simplemente piensen…

…¿qué habría hecho Michael?”

Doctor Patrick Treacy


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