sábado, 2 de marzo de 2013

¿Qué significa el legado de Michael para ti? (Extraído del libro Opus)

Si tenéis la suerte de haber tenido un ídolo de la infancia, sabréis que es difícil escribir sobre ellos sin retroceder a ese tiempo. Michael Jackson no fue el primer gran amor de mi vida. Yo ya tenía dos grandes pasiones antes de “encontrarme” con él un día a finales de 1991 cuando tenía ocho años: uno de los primeros recuerdos que poseo es cuando quedé totalmente cautivada ante la presencia de los caballos, animales tan bellos y fuertes que parecían encarnar la libertad con sus movimientos, combinando poder y gracia a la perfección. Más adelante también desarrollé una pasión por la literatura. Era una voraz lectora y escribí docenas de pequeños “libros” que obligaba a leer a todo el mundo.

Y luego estaba Michael. Dicen que el verdadero amor siempre surge en un instante. Yo no sé mucho sobre el amor, pero el día en que le vi por primera vez, Michael definitivamente se clavó en mi corazón en cuestión de segundos. Y ahí permanece hoy, haciéndolo mejor, haciéndolo latir más rápido con alegría y entusiasmo y, sobre todo, con inspiración y determinación.

El mundo, sin duda, recuerda sus canciones, sus inspiradores himnos y sus cautivadoras melodías, así como sus impresionantes movimientos que desafiaban a la gravedad. Muchos recordarán los récords que batió, los masivos tours en los que se agotaban todas las entradas y los grandes eventos que suponía, el estreno de un nuevo vídeo o el lanzamiento de un álbum. Y aunque todo esto es memorable, Michael Jackson era mucho más que un álbum destrozando récords o un concierto con todas las entradas vendidas. Había una persona muy especial detrás del personaje y si Michael no hubiera puesto el alma en todo lo que hizo, nunca hubiera llegado a tanta gente. Este es el motivo por el que yo recuerdo a la persona, tal y como siempre lo vi, y para mí ese es el legado más importante.

Como niños vemos las cosas de manera diferente. Michael decía que los niños son puros. Yo diría que tal vez ven las cosas bajo una luz más clara. Sólo más tarde aprenden a desconfiar (de otros y de sí mismos) y muchos se vuelven recelosos también. Sin embargo, recuerdo vívidamente cuando vi a Michael Jackson por primera vez: vi un brillo mágico en sus ojos, una bondad que era casi palpable y una vulnerabilidad que me llegó al alma. Instintivamente confié en él, y simplemente le adoré.

Así se instaló en mi vida. Y tengo tantos buenos recuerdos… bailando con mi padre “Black Or White”, analizando "Thriller", escuchando su música en clubes, conociendo a otros fans, hablándole a mi madre sobre el nuevo disco de Michael Jackson … Todas esas cosas hacían mis días especiales, no por las canciones en sí, sino porque el artista parecía compartir todos esos momentos conmigo.

JM Barrie dijo que todos los niños crecen, excepto uno. Tenía razón, crecí. Perdí la fe en la gente hace mucho tiempo y aunque nunca he dejado de amar a los caballos, ya no escribo. Y sin embargo, incluso en el peor de los momentos, nunca he perdido la fe en Michael Jackson. Siempre he confiado en las cosas que sabía con seguridad sobre él: la magia corría por sus venas junto a una bondad que llegaba directamente desde el corazón, algo que lo hacía más vulnerable.

Simplemente, yo nunca pude dudar de Michael. Aunque el hecho de que otros no pudieran verlo como yo era frustrante a veces, obtuve mucho al ser una de las fans de Michael. A veces era como compartir una fantástica aventura con un grupo de gente impresionante (casi como ser admitido en Hogwarts o tener a Campanilla rociando polvos mágicos sobre nosotros). Así era Michael, hacía que todo fuera mágico. Si los fans de Michael somos especialmente fieles y nuestro amor por él es especialmente intenso, es porque el Michael que conocíamos era una persona esencialmente atenta, generosa, divertida y talentosa. Alguien que siempre tuvo tiempo para nosotros, sus fans, alguien cuya paciencia era inquebrantable, alguien que nunca tenía malas palabras para nadie, que no le importaba invitarnos a su casa y que compartió con nosotros todo lo que tenía, desde su comida y bienes a su familia, y por supuesto su alma.

Él consiguió hacer muy feliz a mucha gente con el simple hecho de existir, o sencillamente repartiendo besos y abrazos mientras había salido a comprar libros. Michael Jackson no tenía que cantar, bailar o vender un álbum para ser excepcional y querido, simplemente tenía que estar aquí. Mientras lo estaba, la niña que había en mí también. Mientras seguía creyendo en otros, una parte de mí también lo hacía (sin sentirme vulnerable y creyendo en mí misma). Mientras él aún soñaba con hacer el mundo un lugar mejor, yo podía creer que era posible también. Si el podía mantenerse contra viento y marea, yo también podía triunfar en mis luchas.

Fue una fuente de esperanza y fuerza en tiempos tan difíciles en los que ni siquiera soportaba escuchar música. Mirando hacia atrás, siento que un montón de cosas hubieran muerto en mí si no hubiera sido por Michael. Él mantuvo la fe en el mundo y trabajó por un futuro mejor. Estaba dispuesto a soñar y se apoyó en nosotros a lo largo del viaje hasta el último día de su vida. Durante todo ese tiempo no hice ninguna de esas cosas porque él ya las hacía. Tuve el privilegio de tenerlo cerca de mí para mantener vivos todos esos ideales.

Ahora, lo más fácil del mundo sería ceder ante la tristeza y la derrota, me niego a dejar que la partida de Michael represente la muerte de todo aquello en lo que creía. En su lugar, el legado de Michael debería ser una renovación: tenemos que renovar nuestra creencia en el futuro y nuestra esperanza en días mejores. Tenemos que renovar nuestra fe en el mundo, en el prójimo y, sobre todo, en nosotros mismos.

Es hora de retomar los sueños que tuvimos cuando éramos niños. Es hora de volver a montar a caballo y tal vez de empezar a escribir ese best-seller. Es el momento de abrirnos a otras personas y de ser más honestos sobre lo que el mundo necesita de nosotros en este momento, es hora de dar más de nosotros mismos. Michael se fue como una estrella explotando en el cielo: su pérdida es profunda e inexplicablemente dolorosa y aún así sigue recordándome que la vida puede ser absolutamente hermosa. Ese es su legado para mí.


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