jueves, 3 de octubre de 2013

Michael y el refugio de perros

Adriana tuvo la oportunidad de estar con Michael en varias ocasiones, pasando tiempo con él y trabajando con él. En ese momento ella trabajaba en un refugio de animales. Michael amaba a los niños así como también a los animales y quería ayudar en lo que podía. Él siempre procuró que estas donaciones se mantuvieran en secreto porque lo hacía de corazón y no por darse publicidad. Esta es su historia:

Sería por el año 1996 ó 1997, yo trabajaba en un refugio de animales (sobre todo para perros) fuera de Londres. Trabajé allí hasta el año 2007. Cuando una vez Michael y sus acompañantes salieron del hotel (se encontraban en el garaje del hotel), un pequeño perro se había escondido debajo del coche. Michael, pues así era él, no quiso que se preocuparan otros de este asunto, quería saber a dónde llevarían al perro y lo que sucedería después. Una empleada del hotel nos conocía y se puso en contacto con nosotros, pero no teníamos espacio para el perro. Sin embargo, se presentaron con él y me lo llevé por unos días a mi casa.

Michael se enteró de que no teníamos suficiente sitio y se preguntó por qué. Se le explicó que simplemente no había más espacio y no teníamos dinero para la ampliación. Esta fue la primera vez, que nos dio dinero. Michael se aseguró de que tuviéramos el dinero necesario para construir y ampliar el lugar para los animales. Él era de la opinión de que no era correcto que esas cosas dependieran únicamente de las donaciones, pensaba que el Estado también debía dar dinero para estas causas. En algunos países hay tantos perros callejeros, que le daban mucha lástima, así como los niños.

Un año después de su donación, Michael quería venir para visitarnos. El hecho de llegar allí de forma desapercibida parecía una misión expresa para la gente de la Casa Blanca. Cuando llegó, fui la primera persona que conoció, yo estaba en el suelo con dos cachorros en mis rodillas mientras les daba de comer. El no dijo ‘hola’ o cualquier otra cosa, sino que se agachó y empezó a hablar con ellos, con esa voz tonta que utilizamos a menudo cuando hablamos con los animales. Estuvo así unos minutos hasta que miró hacia arriba y se disculpó ofreciéndome la mano. Todavía tenía una botella en una mano y un cachorro en el otro. Él se rió mientras los dejaba en el suelo y nos saludamos.

Michael junto a Bill Bray en Londres, 1996.

Se levantó y observó el alrededor. Estaba horrorizado por tantos perros que había allí. Fue muy emotivo y dijo que preferiría llevarlos todos a casa consigo. Después de una ronda por el refugio y después de haber recibido una explicación de cómo había ido todo, nos invitó a cenar. En esta cena habló de su deseo de hacer cada año una donación y para que no trascendiera a la luz pública, me sugirió ocuparme personalmente de ello.

Cuando estuvo nuevamente en Londres quería reunirse conmigo y lo hicimos. Él me preguntó si me gustaría ir a Neverland y pasar algún tiempo allí. Podría llevar a una amiga y así lo hice. Estas dos semanas fueron las mejores de mi vida. No por Michael, sino por el lugar. Nunca he sido fan de MJ, aunque le había visto en uno de sus conciertos, pero no me interesaba especialmente. Me gustó su música, pero no tanto como una fan, pero aún así fue muy emocionante estar con él en su casa. Es realmente un lugar maravilloso.

Estaba tan orgulloso de su zoológico que nos llevo por todos los lugares. Se nos permitió montar a caballo cada vez que queríamos y podíamos movernos libremente por el rancho. Así pude acercarme más a él en lugar de sólo asegurarme de que sus donaciones llegaban. No pretendía ser su amiga pero creo que me hice lo suficientemente cercana a él que llegó a confiar en mí, por lo menos un poco. Todavía tengo algunos SMS de él. Cuando lo conocí no tenía móvil y más tarde me escribió SMS. Era delicioso ver cómo trataba de componer un mensaje de texto y me preguntaba una y otra vez: "¿Y qué hago ahora? ¿Cómo puedo hacer un signo de interrogación? ¿Cómo puedo hacer eso?", fue muy divertido.

La última donación que hizo fue enorme, todavía hacemos muchas cosas con el dinero que nos dio y espero que podamos seguir haciéndolo por mucho tiempo. Cuando nos visitó por segunda vez estábamos al aire libre en la zona destinada a los perros. Es un lugar cercado y enorme detrás de nuestra casa, con árboles y cosas así. Un lugar ideal para que los perros puedan jugar. Teníamos un perro que a veces jugaba y daba vueltas como un loco. Era muy divertido y te hacía reír, como le sucedió a Michael, él no podía parar de reír y cuando miraba a alguien se reía aún más. No podía permanecer quieto y en algún momento se inclinó hacia delante dándose con la frente en la parte trasera de un banco que estaba allí. Primero dijo "¡Ay!" pero luego rompió a reír y todos nosotros también. Al día siguiente, tenia agujetas en la barriga de tanta risa. A Michael le salió un pequeño chichón en la frente y hablamos sobre ello cuando nos volvimos a encontrar. Me dijo: "A veces la risa es peligrosa."

No sé lo que podría seguir contando, son tantas cosas pequeñas y divertidas que sucedieron que no es fácil seleccionar alguna.

Adriana

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