martes, 25 de febrero de 2014

Extractos de 'The King Of Style'

El hecho de que sus ropas pudieran moverse y hacer sonidos, era la parte favorita de Michael para llevarlas. Le fascinaban las cremalleras por ese motivo. Todo el mundo reconoce el sonido que hace una cremallera, pero sólo conozco una persona que lo apreciara tanto como para encontrarlo un entretenimiento en sí mismo. Michael tenía el hábito inconsciente de juguetear con las cremalleras. La mayoría de las veces se sentaba en el asiento trasero del coche y las subía y bajaba, haciendo el sonido zip-zip igual que un DJ rasgando un disco. Escucharlo durante un viaje entero, al mismo tiempo que explotaba pompas con cuatro chicles Bazooka dentro de su boca, era suficiente para volverte loco. Zip-zip chew-chew, durante horas. A veces, nuestros viajes en coche parecían un viaje de una familia de locos.

Michael”, le espetaba, “suenas como una vaca que viene del corral”. Se reía de modo que podía ver el chicle pegado en sus muelas y decía algo deliberadamente irritante como: “¿Te estoy molestando?” y volvía a su rutina, zip-zip chew-chew.

Pero incluso aunque me pinchaba como un hermano pequeño a su hermano mayor, no me molestaba en realidad, porque sabía lo mucho que se divertía.

Juicios

Vestí a Michael cada día de las 14 semanas que duró el juicio en 2005 y vi su espíritu roto mientras luchaba contra las desconcertantes acusaciones que le oprimían. Sólo culpable de creer que la humanidad es buena de forma innata, Michael se convirtió con los años en introvertido, escéptico y cansado. Echaba de menos a mi amigo, que ya no jugaba a hacer música con su cremallera y casi dejó por completo de masticar chicle.

This Is It

Nuestro encuentro inicial para This Is It fue la primera vez que veía a Michael en cuatro años. Era difícil de creer que ambos teníamos cincuenta años, aunque yo tenía el desafortunado privilegio de haberlos alcanzado menos elegantemente. Y cuando entró en la sala con su uniforme, fedora y gafas de sol, Michael dirigió la mirada hacia mí caminado, me dio la mano y saludó. Se quitó las gafas y tenía ese brillo en la mirada que significaba: “Abróchense los cinturones” y era como si el tiempo no hubiera pasado. Retomamos el ritmo como en los viejos tiempos.

Michael se sentía bien respecto al show y lo que había planeado para el mismo. “Voy a poder enseñarles a mis hijos lo que en realidad hago para ganarme la vida”, me dijo. Sonaba optimista. La realidad era que Michael estaba más seguro y feliz frente a sus fans. Ocho años después de su último concierto en el Madison Square Garden, en 2001, se había convertido en un periodo demasiado largo para un hombre que se alimentaba de la energía de las actuaciones en directo.

[La diferencia con respecto a años atrás era que] sus llamadas ya no llegaban de madrugada, lo que era ciertamente una nueva y bienvenida sorpresa por parte de Michael. Con tres niños en casa ya no podía mantener esos extraños horarios de grabaciones a las 3 de la madrugada o ensayos de baile a las 11 de la noche. Esa era, sin embargo, una de las muchas diferencias que notamos durante los preparativos de la gira.

~Michael Bush

Fuente: The King Of Style

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